Un poco de Historia

Las primeras referencias sobre Aspe se refieren a evidencias antiguas de poblamientos prehistóricos, siendo las primeras citas las de D. Jiménez de Cisneros, que en 1906 marcarán el inicio de las investigaciones geológicas y prehistóricas en este tramo de la cuenca del Vinalopó.

Los hallazgos de restos líticos atribuidos al período Musteriense, permitieron que Aspe se mencionara como lugar de referencia en el que se ha considerado el primer manual español de Prehistoria, El hombre fósil, publicado en 1916 por H. Obermaier.

Será a finales del siglo XX, cuando se realizó el primer estudio en profundidad de las “Terrazas del Vinalopó”, nombre que J. Ribelles atribuye a diversas zonas de dispersión de las industrias líticas formadas por cerros y lomas suaves y surcadas por barrancos del río Vinalopó, entre los cuales el más conocido es el barranco de la Coca.

Los datos más recientes permiten concluir que esta amplia dispersión de materiales musterienses corresponden a la presencia de áreas de aprovisionamiento y talla de sílex asociados a grupos de neandertales, con una economía basada en la caza y la recolección. La cronología de estos yacimientos se ha fijado en el Paleolítico Medio.

Por el momento no se han encontrado restos de los hombres de Cromañon tampoco del período Neolítico, o de la Edad del Cobre (período conocido como Calolítico o Eneolítico). Los primeros asentamientos humanos en Aspe, con construcciones de piedra, corresponden a la Edad del Bronce, y se localizan en  cuatro yacimientos: La Horna, Tabayá, Mesa de Piedra y Las Tres Hermanas. Algunos de los materiales encontrados en estos poblados: fragmentos cerámicos, molinos de piedra y dientes de hoz de sílex pueden contemplarse en el Museo Histórico de Aspe. De entre todos los yacimientos, El Tabayá es uno de los de mayor interés para la Edad de Bronce de la España mediterránea, con una ubicación privilegiada en cuanto a control visual sobre el Medio Vinalopó y sus valles y el Bajo Vinalopó y su costa, lo que explicaría su larga secuencia de ocupación que abarca entre el III y II milenio y probablemente hasta la primera mitad del I milenio a.C (a falta de confirmarse la procedencia de los últimos hallazgos).

La cultura Ibérica se desarrolla a partir del siglo VI a. de C. De esta cultura se han identificado varios poblados en Aspe: El Gorroquinto, El Tolomó, el Castillo del Río y Tres Hermanas. Y en fechas recientes se ha descubierto un nuevo punto arqueológico en las cercanías del Castillo del Río, el yacimiento conocido como Altos de Jaime.

Será con la cultura romana cuando Aspe comienza su etapa histórica. Autores clásicos como Ptolomeo, citan a Iaspis en un texto escrito en griego del siglo II d.C., refiriéndose a poblaciones de la región ibérica llamada Contestania; y encontramos otra mención, Aspis en el “Itinerario Antonino” (s.III d.C.) donde aparecen recopiladas las rutas del Imperio Romano. Aspis sería un conjunto de alquerías sobre la confluencia de los cursos fluviales Tarafa-Vinalopó, lugar de parada y abastecimiento de la Vía Augusta, que en el siglo II de nuestra era comunicaba Roma con Cartagena, bordeando la costa mediterránea.

De la pervivencia de Aspis durante la etapa visigoda se ha podido confirmar por el hallazgo de los siguientes yacimientos: Castillo del Río y necrópolis, yacimiento partida de Verdegás, y necrópolis de Vistalegre.

El Aspe musulmán coincide con la ubicación del Aspis romano, en torno a la confluencia de los ríos Tarafa y Vinalopó. En esos momentos (s. XI) forma parte de la denominada Cora de Tudmir, que cambiará con frecuencia de soberanía pasando en ese mismo siglo al reino de la Taifa de Dénia, apareciendo con el nombre de Ash, en una cita del geógrafo árabe Al-Udri en su obra Tarsi al-Ajbar, al describir los lugares del itinerario de Murcia a Játiva.

El recinto fortificado árabe, denominado Castillo del Río es donde se localizaría el denominado “Aspe el Viejo”, puesto que a mediados del siglo XIII se funda un nuevo emplazamiento denominado “Aspe el Nuevo”. Este nuevo lugar surge para poder aprovechar las aguas del río Tarafa, que fueron canalizadas mediante las acequias Fauquí y Aljau creando unas extensas zonas de huertas muy fértiles; mientras que las construcciones se ubicarán en las zonas no aptas para el regadío, en torno a la actual Plaza Mayor con un trazado irregular de calles, algunas sin salida, con abundantes rinconadas. Hasta mediados del siglo XIII sabemos que conviven las dos comunidades, siendo a partir de la muerte del último señor de Aspe el Viejo, Zayd Abu Zayd, acaecida en 1270 cuando ya no se vuelve a nombrar el Castillo del Río o Aspe el Viejo.

A partir de la Reconquista llevada a cabo por el rey Jaime I, se determina la evolución histórica de Aspe con el Tratado de Almizrra en 1244, quedando Aspe incluida dentro de la Corona de Castilla. En 1296, Jaime II invade estos territorios incorporándose Aspe al señorío musulmán de Crevillente hasta su extinción en 1318, pasando después a la Procuración General de Orihuela.

En 1304, un nuevo acuerdo entre Castilla y Aragón, la Sentencia Arbitral de Torrellas, variaba la frontera entre ambos reinos, pasando entonces Aspe a la soberanía del reino de Valencia y por tanto a la Corona de Aragón.

Durante los siglos bajo-medievales Aspe será un lugar de señorío, es decir, que su administración se otorgaba a un noble, que pasaba a ostentar la soberanía del lugar por concesión real.

La guerra “de los dos Pedros” (1356-1369) entre Pedro I (Castilla) y Pedro IV (Aragón), se desarrolló en estas tierras, provocando fuertes destrozos en las cosechas, ganadería, comercio y especialmente significó una merma importante en cuanto a población. Finalizada la contienda, Aspe será donado al capitán de las Compañías Blancas, el inglés Sir Hugo de Calviley, quién la devolvió a la Corona Aragonesa mediante venta en 1383.  Posteriormente, y por un período de dos años, Pedro IV, dona Aspe a su cuarta esposa Sibila de Fortiá como dote de boda; pero su sucesor, Juan I de Aragón, días antes de fallecer su padre, despojó a su madastra doña Sibila de sus posesiones, cediéndolas a su esposa doña Violante de Bar, hasta que en 1424 vende Aspe al noble aragonés Alfonso Ximén Pérez de Corella. Esta familia gobernará Aspe y Elda durante setenta y tres años.

En 1497, don Gutierre de Cárdena compra la villa de Aspe a don Joan Roig de Corella, conformando con Elche y Crevillente el Marquesado. Las tres villas, junto a Torrijos y otros lugares, permanecieron bajo la misma administración señorial hasta el siglo XIX.

Los albores del siglo XVII son determinantes en la historia de Aspe por la expulsión de los moriscos. La mayoría de los vecinos que contaba Aspe en el año 1609 abandonan la población, quedando ésta prácticamente vacía, las labores agrarias paralizadas, y, en definitiva, suspendidas la mayor parte de las actividades económicas. El Señor titular de la Villa intentó paliar el vacío demográfico atrayendo a gentes de otras zonas. Se crea para ello la «Carta Puebla», el 22 mayo de 1611, documento por el cual el Duque de Maqueda hacía donación de lotes de tierras a los nuevos colonos. La casa señorial de Maqueda-Arcos-Altamira percibía la gran mayoría de los impuestos, y por ello promovió y financió los edificios más singulares de Aspe: el Ayuntamiento, terminado de construir en 1641, el hospital, la Casa Palacio y la Iglesia Parroquial, cuya obra se inició a finales del siglo XVII.

Durante el siglo XVIII se produce un considerable aumento demográfico que se traduce con la expansión urbanística de Aspe. La documentación conservada revela el surgimiento de un barrio nuevo, caracterizado por viales rectilíneos: calle Virgen de las Nieves, la Cruz, Nueva y Sol, junto con varias adyacentes. Sin embargo, también se alternará con frecuentes momentos de crisis debido a sequías y epidemias.

El siglo XIX trae importantes cambios administrativos. En 1834, se constituye la provincia de Alicante como tal y en 1839 se produce la separación de la pedanía de Hondón de las Nieves. En 1851, una serie de disposiciones legales terminan con el Régimen Señorial y la Casa de Altamira cede los derechos de la tierra a los enfiteutas aspenses mediante venta.

Las décadas finales de este siglo y las iniciales del s. XX suponen un nuevo impulso en el desarrollo urbanístico de la ciudad, y es entonces cuando se construyen edificios como el Mercado de Abastos, Residencia de Ancianos Virgen de las Nieves, las Escuelas Nuevas o el Teatro Wagner.

El siglo XX es en su primera mitad época de estancamiento, pero a partir de los años cincuenta Aspe experimentó un desarrollo verdaderamente espectacular tanto en el aumento de población como en los diversos aspectos económicos: agrícola, industrial y de servicios. La agricultura se transformó profundamente, no sólo por el gran aumento del regadío, sino por la orientación de todo el espacio agrario hacia una agricultura de mercado tanto nacional como exterior basada en la uva de mesa y frutales.

DATOS BIBLIOGRÁFICOS Y DOCUMENTALES:

BERNÁ GARCÍA, M.T.; TORDERA GUARINOS, F.F. (Coordinadores),2015 Aspe a la luz de la Arqueología, Ayuntamiento de Aspe.

VV.AA.1998 Aspe. Medio físico y aspectos humanos. Ayuntamiento de Aspe