En 1304, un nuevo acuerdo entre Castilla y Aragón, la Sentencia Arbitral de Torrellas, variaba la frontera entre ambos reinos, pasando entonces Aspe a la soberanía del reino de Valencia y por tanto a la Corona de Aragón.
Durante los siglos bajo-medievales Aspe será un lugar de señorío, es decir, que su administración se otorgaba a un noble, que pasaba a ostentar la soberanía del lugar por concesión real.
La guerra “de los dos Pedros” (1356-1369) entre Pedro I (Castilla) y Pedro IV (Aragón), se desarrolló en estas tierras, provocando fuertes destrozos en las cosechas, ganadería, comercio y especialmente significó una merma importante en cuanto a población. Finalizada la contienda, Aspe será donado al capitán de las Compañías Blancas, el inglés Sir Hugo de Calviley, quién la devolvió a la Corona Aragonesa mediante venta en 1383. Posteriormente, y por un período de dos años, Pedro IV, dona Aspe a su cuarta esposa Sibila de Fortiá como dote de boda; pero su sucesor, Juan I de Aragón, días antes de fallecer su padre, despojó a su madastra doña Sibila de sus posesiones, cediéndolas a su esposa doña Violante de Bar, hasta que en 1424 vende Aspe al noble aragonés Alfonso Ximén Pérez de Corella. Esta familia gobernará Aspe y Elda durante setenta y tres años.
En 1497, don Gutierre de Cárdena compra la villa de Aspe a don Joan Roig de Corella, conformando con Elche y Crevillente el Marquesado. Las tres villas, junto a Torrijos y otros lugares, permanecieron bajo la misma administración señorial hasta el siglo XIX.
Los albores del siglo XVII son determinantes en la historia de Aspe por la expulsión de los moriscos. La mayoría de los vecinos que contaba Aspe en el año 1609 abandonan la población, quedando ésta prácticamente vacía, las labores agrarias paralizadas, y, en definitiva, suspendidas la mayor parte de las actividades económicas. El Señor titular de la Villa intentó paliar el vacío demográfico atrayendo a gentes de otras zonas. Se crea para ello la «Carta Puebla», el 22 mayo de 1611, documento por el cual el Duque de Maqueda hacía donación de lotes de tierras a los nuevos colonos. La casa señorial de Maqueda-Arcos-Altamira percibía la gran mayoría de los impuestos, y por ello promovió y financió los edificios más singulares de Aspe: el Ayuntamiento, terminado de construir en 1641, el hospital, la Casa Palacio y la Iglesia Parroquial, cuya obra se inició a finales del siglo XVII.
Durante el siglo XVIII se produce un considerable aumento demográfico que se traduce con la expansión urbanística de Aspe. La documentación conservada revela el surgimiento de un barrio nuevo, caracterizado por viales rectilíneos: calle Virgen de las Nieves, la Cruz, Nueva y Sol, junto con varias adyacentes. Sin embargo, también se alternará con frecuentes momentos de crisis debido a sequías y epidemias.